Esta tarde, desfallecido por el invierno, me he propuesto
restaurar el ánimo preparándome un buen bistec guarnicionado de robellones,
cebolla y queso azul, un apunte de aceite i aderezo de sal Maldon.
Cocinando y pensando en sentarme en la mesa, he abierto una
buena botella de Arnaud de Villeneuve, Pinot Noir; vin de Pays d’Oc 2008,
que descansaba en mi bodega.
Su etiqueta moderna, trapezoidal y escrita a pluma, me ha
hecho recordar la cooperativa donde la adquirí, a escasos 200 metros del
castillo de Salses, en un viaje fantástico por el Rosellón:
“Construit à la
fin du XV ème siècle par les Espagnols, le fort de Salses gardait l'ancienne
frontière entre la Catalogne et la France.”
El escanciar generoso, el color llamativo y el paso ligero
del Pinot Noir me ha prometido una cena magnífica: alta fluidez, tonalidad rubí,
cereza, cuero y regaliz, de baja astringencia y quizá un repunte picante. Un
primer impacto que incentiva la curiosidad, un acompañar a las viandas que te
dice “solo voy más rápido, pero en compañía llego más lejos”. Y así ha sido.
Altamente recomendable con el queso azul y la cebolla. Ha
alegrado al bistec y los robellones. El protagonista de la velada.
Crónica de Paco Gracia.
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